martes, 25 de noviembre de 2014

Medio siglo sin el más grande: JULIO SOSA

1926 - 26/11/64 Julio Sosa fue el más grande. El cantante más completo que hubo según mi gusto y opinión. Tenía todo: voz privilegiada, potente y varonil, era sentimental, tenía equilibrio y armonía. Vocalizaba, gesticulaba e interpretaba cada pieza. Fue un showman : cantaba, actuaba y recitaba. Pero por sobre todas las cosas y por encima de todo aquéllo tenía ese raro Don que sólo tienen los Elegidos, en este caso del canto. Hacía vibrar, apasionar, erizar la piel y calar hondo en el alma de los oyentes con cada frase, estrofa o decir. Uno sentía y vivenciaba con las mágicas frases pronunciadas por Sosa. Yo lo descubrí en mi adolescencia allá por la década del setenta. Sí bien en casa siempre se escuchó tango fue en la casa de mi abuela que le presté especial atención. Había una quincena de " long plays " que iban a ser dados de baja y yo pedí que me los regalaran. Así fue que primero los escuché allí y luego los llevé a mi domicilio. Había buen material pero el que definitivamente me atrapó para siempre fue Julio Sosa. Versiones como las de " Rencor ", " Dicen que dicen ", " Quién hubiera dicho " y " Mala Suerte " me marcaron a fuego. Ni hablar del recitado " Porqué canto así ", aún hoy lo escucho con la conmoción de entonces, a pesar de haberlo puesto cientos de veces, sigo vibrando con sus sones como el primer día. " El Varón del Tango ", nunca mejor puesto su apodo, vivió como murió : a las apuradas, de extremos, de la nada al todo y viceversa, del llanto a la alegría, de la pausa al vértigo. Conoció el infierno y el paraíso : desde la pobreza más indigna a la majestuosa gloria del éxito. Cuando parecía que iba a ser un indigente desocupado más y del montón , la mano del destino lo puso en la huella de la consideración y de la idolatría popular. Pero cuando ésta florecía en la primavera de sus años con dinero, fama, trabajo y confort, el mismo destino lo crucificó y se lo llevó para siempre. Julio Sosa cantó con varias orquestas : Caruso en Uruguay, Francini-Pontier, Rotundo, otra vez Pontier y Leopoldo Federico. Eternizó temas como " Volvió una noche ", " Soledad ", " Sus ojos se cerraron " o " Mano a mano ", paradójicamente también cantadas por Gardel. Entonó tangos, milongas, valses y hasta canciones camperas con idéntica jerarquía. Recitó las glosas de " Porqué canto así " que hicieron y hacen emocionar a generaciones enteras. Como se dice comúnmente, el uruguayo " rompió " esa letra y ya nadie la dirá como él. Quedaron videos de su talento que lo muestran no sólo como eximio vocalizador sino también como un artista de dimensiones mayúsculas. Tuvo un paso efímero pero certero en el cine y en la actuación. Y su veintena de poemas, recios y sufridos pero hondos y sentimentales, poseen su inequívoco sello. Julio Sosa era " un niño grande ", tierno, puro y algo ingenuo, pero cuando las circunstancias lo ameritaban era directo, duro y frontal. Carismático y entrador como pocos. Nunca olvidó ni renegó de su infancia marcada por el hambre y las carencias, aún en el cénit de su fama y estrellato. Tuvo tres matrimonios y una hija. Adoraba al tango y a sus cultores y a los valores nacionales de la música. Amaba a los automóviles, supo tener varios, y disfrutaba de la velocidad. En la madrugada del 26 de noviembre de 1962 llegó la fatalidad, " la mueca siniestra de la suerte ", en AV. Del Libertador y Mariscal Castilla, Palermo, el " Varón del Tango " se llevó por delante con su coche una baliza-semáforo. " Sus ojos se cerraron " y perdió la vida a las pocas horas. Por esas cosas del designio divino la noche anterior entonó como última canción " La Gayola ", que termina diciendo : "... Pa que no me falten flores cuando esté dentro del cajón ". Y ese mismo año publicó su libro de poemas " Dos horas antes del alba ". El accidente fue a las cuatro de la mañana. De no creer. Una multitud pocas veces vista acudió a su velatorio. Nadie podía creer que el hombre oriundo de Las Piedras había partido con sólo treinta y ocho años en el apogeo de su carrera. Es inimaginable suponer hasta a dónde hubiera llegado la trayectoria de Sosa, traducida en logros, trabajos, fama y afectos sí hubiera tenido una vida normal en lo temporal. Empero desde aquél día de dolor nació el Mito llamado Julio Sosa, que cada día canta mejor, que aún hoy hace vibrar con su voz, que fue y es guía de cantantes y maestro de baluartes de la música. Julio Sosa fue y es venerado por varias generaciones que encuentran en su canto a un referente de la vida. Muchos jóvenes se acercaron al dos por cuatro por él. Porque fue único, diferente y llegó al alma del pueblo rioplatense. Su manera, su timbre y su decir serán inmortales y su voz se convertirá en clásica e histórica como una de las más relevantes y cautivantes del siglo XX. Sin dudas formará parte de la galería de Elegidos para todos los tiempos. Acaso merezca ser declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Julio Sosa sinónimo de tango, barro y arrabal, de penas y de amor, de lucha y de corazón, de pasión y nostalgia. Mientras perdure y exista la música ciudadana, Julio Sosa será su amante, conquistador y referente preferido. Glenn Miller

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